Trino de fuego

Un Trino de fuego

El dragón dominante, ejercía gran poder sobre el clan, una sola de sus miradas hacia temblar a sus discípulos colapsados entre el deseo de combatir y el sueño de vencer. Un soplo de viento enrarecido inundó la cueva y de pronto la niebla se apoderó de todo, solo el fulgor de sus ojos rojos y de su aliento caliente liberando energía danzaba en el lugar.
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Entramos a la habitación, en cómplice silencio, desnudos antes de tiempo por el deseo contenido hace milenios, él iba a encender la luz y mi mano como un ruego se deslizó sobre la suya atrayéndola hacia mi cuello, permitiendo que sus dedos subieran, hurgando entre mis labios, reconociendo la humedad guardada y prometida. Como dos ciegos iluminamos el lugar primero con besos de un ardor incontenido, con susurros y suspiros que acariciaban el cielo, consintiendo y rebelando, inspirados ambos en el baile del amor y luego degustando cada centímetro de piel mojada y sudorosa.
Las caricias flotaban y como en un instante de magia, sus manos se apoderaron de mi cuerpo y mi alma, sus labios silenciosos húmedos y tibios recorrieron insolentes recovecos, y lo amé, por ese solo instante lo amé.
Dije para siempre...

Envuélveme en tu fuego, quiero arder entre sollozos de miel,
Domina mis latidos, hasta estallar, hasta soltar en un grito un último suspiro,
Recorre mis entrañas, para recordar libar cual mariposa,
Y si en tus amaneceres tus manos se encuentran otra vez con el deseo de tenerme, solo mírame, sedúceme, llevando hacia el universo del sueño cada huella, cada gota perdida del estado alfa en que me encuentro.
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Una gran llama salió de su boca, los presentes asustados retrocedieron...y un rayo de luna llena ilumino la cueva disipada de la niebla, quedó claro desde entonces y para siempre quien manda.